viernes, 5 de marzo de 2010

El Desnudo en los Medios

Es más cotidiano y normal ver a mujeres desnudas en revistas, comerciales publicitarios de alguna marca,etc. los medios masivos de comunicación han vendido al publico una figura icónica donde la mente de los caballeros pueden poner a andar su imaginación, con todos esos comerciales que nos bombardean diariamente con contenidos eróticos, que ponen a volar la imaginación del público masculino, aunque al público en general ya no le causa asombro ver a la figura femenina en paños menores, ya que en cualquier publicidad de carros, pinturas, llantas, cualquier cosa que sea, ya nos muestran una mujer hermosa con una figura exacta en cualquier producto. La sociedades estamos presenciando un enorme impacto mediático donde la sexualidad, el desnudo de la mujer se encuentra presente en cualquier medio masivo. También como una figura icónica, que las mujeres tienden a admirar, ya sea físicamente de querer tener el mismo cuerpo de la modelo; pero ahora no solo son las mujeres las que venden su cuerpo para exhibirse en los medios de comunicación, si no también la figura masculina también se puede apreciar en las revistas, comerciales, mostrando modelos de cuerpo perfecto en la publicidad televisiva, la sociedades estamos viviendo una etapa donde la figura femenina o masculina tiende hacer estereotipada , y además se tiene que hacer presente con una mayor visibilidad en los medios, para que el contenido o producto que se quiera vender cause cierto Impacto en el televidente o lector, solo necesita ir acompañado de una figura femenina o masculina con un cuerpo desnudo.
esta es una nota de la revista etcetera de el denudo masculino :

Madrid, España.- En los últimos años hemos presenciado un “destape” del hombre en los medios de comunicación. Ese cambio ha sido paulatino y va en aumento. Se debe a que el hombre se ha descubierto como objeto de deseo y consumidor de moda, pero también a una liberalización de la mirada de las mujeres, al colectivo homosexual y a los propios heterosexuales, que van rompiendo tabúes.
El fenómeno se debe, también, “en parte, sólo en parte a la presión publicitaria, a la llamada metrosexualidad, y al poder festivo de una parte de la sociedad gay o heterosexual que, casi de pronto, ha descubierto que la belleza masculina también existe, pese a tantos siglos, diríamos, de ignorada historia”, explica Luis Antonio de Villena. En su libro Héroes, atletas, amantes, el escritor establece que éste es una imagen de placer y júbilo de una sociedad liberada, al menos en Occidente, después de la represión establecida principalmente por la Iglesia durante varios siglos: “Desde dentro del propio mundo homosexual, pero también a menudo al servicio de campañas publicitarias no específicamente ‘homo’, resurge abiertamente –y nunca hasta ese momento había tenido tanta difusión– la imagen de un hombre joven, hermoso y atractivo, que ocupa un papel de icono sexual hasta hacía muy pocos años ocupado solamente por las mujeres”, detalla.
Por su parte, Javier Fernández de Angulo, director de GQ (Gentlemen’s Quarterly) en España, afirmó a etcétera que siempre se busca la vertiente erótica del hombre, con o sin ropa, para intentar seducir al lector. “El erotismo está en todas las revistas y está en la publicidad que antes era muy conservadora, ahora va por delante de las editoriales y podemos ver anuncios que editorialmente no hubieras admitido porque son demasiado obvios o cercanos al sexo”, dijo el responsable de la publicación que recién cumplió 15 años en la península ibérica. “Si la masculina se convirtió en la desnudez más vetada, acaso exista una especial justicia en el auge actual –sin duda amparado por los movimientos de liberación homosexual– del desnudo masculino, que incluso parece cotizarse más (acaso aun por menos habitual) que el de las propias mujeres”, sentencia de Villena.
El arte como escape
Para que esto pudiera darse, debió romperse el tabú de que el interesado en la moda es gay –explica Fernández de Angulo–, en medio del cuestionamiento general del concepto de hombre y la búsqueda de su identidad como género. Sin embargo, manifestó que aunque poner a un hombre en portada vende mucho en otros países, en España y América Latina el mercado es inmaduro, pues aún falta identificación del hombre con su similar.
Los especialistas sostienen que la mirada es el estímulo visual más fuerte para los hombres y su sentido más importante como disparador del deseo, lo que explica su atracción hacia los encantos corporales y que el mismo hombre sea cada vez más expuesto masivamente para ser admirado por los de su mismo género, aunque ya se había dado antes con el arte y la pornografía. En su libro Fantasías eróticas, Cristina Peri Rossi indica que en todas las culturas hay espacios dedicados a la imaginación erótica, que suelen ser extremadamente libres en cuanto al ejercicio de la sexualidad y revelan las partes más ocultas y reprimidas de la propia intimidad, censuradas por la conciencia: “Las fantasías eróticas no salen habitualmente a la luz pública, salvo cuando los escritores, los pintores o los directores de cine se animan a exhibirlas, es decir, bajo el manto protector del arte”, expresa.

Entre erotismo y pornografía
La línea entre erotismo y pornografía es muy tenue. Para Andrés Barba, es sólo una diferencia terminológica que no tiene que ver con la cantidad de “centímetros de carne expuesta”.“La pregunta acerca de los difusos límites del erotismo y su díscola hermana la pornografía, así como el debate acerca de la inclusión de esas imágenes en la esfera de lo público no se resolverá nunca, entre otras cuestiones porque está erróneamente planteada”, escribió en el El País. Barba concluye que lo porno o lo erótico es lo que una clase dirigente, en un momento determinado, considera que no debe ser visto por el resto de la comunidad.
Esto lo ejemplifica con el uso que se le dio a los frescos rescatados de las ruinas de Pompeya a finales del siglo XVIII e inicios del XIX. Originalmente públicos en la ciudad romana destruida por la erupción del Vesubio, fueron a parar a un museo secreto en Nápoles al que sólo tuvo acceso la élite masculina local. “La supresión de la resistencia del objeto del deseo, su posición desprotegida, y, sobre todo, la impunidad con la que sus protagonistas pueden observar sin ser observados es determinante en la articulación de lo erótico”, determinó Barba.
Con ello coincide el sociólogo italiano Francesco Alberoni, para quien el erotismo es “una fantasía de identificación con las partes eróticas del cuerpo” y la pornografía es “obscena” porque lo hace en el momento y modo equivocados. “Lo erótico es una pornografía personal. Es un texto en el cual los protagonistas somos nosotros mismos y en el cual ambos nos reconocemos”, destaca. Para el especialista francés Georges Bataille, el erotismo es un aspecto de la vida interior del ser humano. “Busca sin cesar afuera un objeto de deseo. Pero ese objeto responde a la ‘interioridad’ del deseo”.

La censura medieval
El director artístico del Museo madrileño Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, señaló a etcétera que el cuerpo masculino fue objeto de contemplación en la Grecia antigua, incluso el desnudo femenino fue admitido más tardíamente por una cultura que aceptaba la coexistencia entre las relaciones matrimoniales y homosexuales, distinto a las sociedades cristianas. De Villena, por su parte, expone que el desnudo desaparecerá por completo en la Edad Media, aunque quedó en la cultura europea una nostalgia del mismo, así como una acumulación de significados negativos. “El cristianismo nunca reconocerá la autonomía del desnudo, aunque éste volviera por sus fueros especialmente en las tablas que tenían que representar a ciertos mártires, que no padecieron su tortura vestidos…”, agregó. Solana consideró que el desnudo se coló en las representaciones religiosas, algunas de ellas implícitamente eróticas, lo que provocó que predicadores y teólogos, sobre todo de la Contrarreforma, condenaran los excesos de “indulgencia carnal” de las efigies de santos. “La representación masculina voluptuosa o sensual se va abriendo camino paralelamente al desnudo femenino”, indicó el también profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. “Algunas obras tuvieron originalmente su sentido erótico, otros lo adquirieron tardíamente y, a veces, en abierto conflicto con su significado original”.

Destapar al hombre
El Renacimiento recobró los modelos masculinos grecorromanos. Como explica Luis Antonio de Villena, ésa fue la única vía que muchos artistas tuvieron para expresar evidentes o más secretas pulsiones homoeróticas, ya que ampararse en el prestigio de la tradición clásica, otorgaba rigor a la obra y alejaba las sospechas. De allí en delante el desnudo masculino volvió a abrirse paso en el arte que, hasta la creación de los museos, fue primordialmente de carácter privado.
“En el momento en que la imagen se multiplica gracias a la fotografía, al principio las posturas son más conservadoras”, observó Solana quien además indica que desde fines del siglo XX en los medios de comunicación ha habido una transición del uso del cuerpo femenino como soporte o cebo erótico a un creciente uso del cuerpo masculino tratado como objeto del erotismo, lo cual pese a su aparente banalidad se basa incluso en estereotipos existentes en la historia del arte.

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